no es que mi casa sea de hierro
no es que el hierro aparente no entrar en mi casa
no es eso, es solo que hoy me lamo las heridas
y la lengua me queda fija a los barrotes
hecho que me precisa a mirar cómo el silencio
instruye a las puertas, a los pocos muebles
a quedar dos, tres, cuatro veces en silencio
en este adentro descansan los motivos de mi mudez
el recuerdo del impacto cuando abrí esa figura
esa patencia de lo abandonado por el sonido
acá se expande el origen y el despojo de un cuerpo inmóvil
asido al laberinto que huye de sí mismo
Natalia Rojas
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