*
acá
el espejo tan basto de sí, que no se sabe, existe en la perforación
de los ayes que se crían en vocal diluida. hecho huesecillo de
madre, piel de la palabra que brinca rabiosamente en un crisol de
madera y que no brinca y tiene paz, como lo blanco como lo igual como
algo que acaba de salir del silencio
*
motor
inmóvil acostándose en el siglo, en el epígrafe de la sonrisa
triste que hay en la ventana de una despedida, figura de todo el
vacío que hay en lo reunido, que se va a la lluvia de la lengua y se
va a la lengua de la sed y se viene a la pupila que crece tras las
puertas de esta noche quejumbrosa. tú, caldo de mi voz, del phatos
sembrado en su olor; llanto de carne en medio de un diálogo humano
con lo de un túnel, vamos que te sueño baldío en las misturas de
vida, vamos cementerio verás de esta voz -que jura verte haciéndote
en una melodía-, mediana como este hombre que te ve corriendo allí
mismo donde respira y suicida un niño: vocal abierta de saliva
fértil
*
ciego
de algo quizá por distraerte, quizá por llegar al vidrio quebrado
que protege mi hogar, lo opaco que tiene sonreír. avieso y
desconsolado. te veo chiquito en los columpios del habla. te has
callado, mutismo infantil de negras rodillas, bájate te digo,
bájate, hay días en que los árboles te empujan, hacen creerte que
su savia es tristeza, bájate te digo pequeño ahínco dolorido,
bájate que me subo a conocer la altura, yo allí ahíta y montesa,
allende al dolorido silencio: he dejado de nombrarte
*
e
descubro tan apacible que te temo. iré con lágrima y boca abierta
saltando por las cimas. asaltado por la bruma haré que me escuches:
eres nombre, eres tierra, yo lo soy y tú te desdices. iré, juro que
te iré, no
cogeré las fieras ni temeré a las flores,
sé que veremos juntos lo mismo: la noche que te dio a luz y su
propio vacío
*
mi
lengua de tierra, sombra afluente de aquel nogal que alcanza mirando
a Dios y le dice a.
desde
aquí todos se están tragando un sollozo. una letra del sonido. acá
arde la invención en lo callado, todo es infancia, balbuceo, roedor
trizado como ventana. sé que yo soy hija hecha de lluvia, sé que el
poema es la historia de los precipicios, de lo que es sin padre, de
lo que se incendia con la voz, pero mi lengua, pero mi turgencia,
como boca de noche, por qué desflora la letra cuando deambula, qué
pasa en el error
Natalia Rojas